La lengua, como “ser” vivo que es, está contínuamente cambiando y por ello se hace imprescindible el que haya un organismo que “vigile” los cambios, pues, en el caso de no hacerlo, en poco tiempo se llegaría al no entendimiento entre personas de una misma comunidad lingüística. En nuestro caso es la Real Academia Española la que tiene asignada esta función.
Expuesta esta obviedad, me llama la atención el que los neologismos, que aparecen contínuamente en la prensa y en los medios audiovisuales, echen raíces con tanta fuerza que se propagan como plaga entre los hablantes. La mayoría son “vocablas” inventadas por alguien con la intención de conseguir su “marca comercial”, pero que no tienen sentido desde la semántica, ni tampoco desde la formación personal más elemental. Me estoy refiriendo en este caso (hay multitud de ellos incrustados en la lengua) al vocablo “marental” que se está imponiendo entre l@s innovadores/-as del lenguaje feminista. Usan “marental” como oposición a “parental” y en ambos casos lo utilizan de manera que, el concepto que pretenden describir y transmitir, se convierte en un disparate de dimensiones descomunales.
Etimológicamente “parental” procede de la palabra latina parentem que significa ascendiente, progenitor, sin especificar si es mujer o varón, madre o padre, abuela o abuelo, o un antepasado cualquiera. Por tanto, usar “parental” para hacer referencia sólo al progenitor varón es, como poco, una barbaridad.
Lo de “marental” no sé de dónde lo habrán sacado, porque de matrem, seguro que no es, ya que tendríamos el término “matrental”. Luego, yo me pregunto ¿habrá salido de marem?. Si así fuere también la han fastidiado, pues su significado es macho, varón. Han caído en lo obsurdo, pues, pretendiendo crear un término en el que aparezca la mujer, por falta de racionalidad y por excesivo de afán de protagonismo han producido el efecto contrario: hacen desaparecer a la mujer y refuerzan con los dos términos la presencia del varón. Así que ¡mucho ojo con las palabras de nueva creación!, porque podemos hacer el ridículo más espantoso al crear “vocablas y palabrotos”.
¡¡¡En co-educación es imprescindible utilizar un lenguaje que no nos lleve a la confusión!!!
Luis Domingo